En lugar de 'salvarlos', debemos dejar de destruir. Y ese es un trabajo que tenemos que hacer por nosotros, no por el otro.
Es muy común que personas o instituciones brasileñas tengan gestos amables con las comunidades indígenas y luego lo enmarquen como un gran esfuerzo en defensa de sus derechos. Por ejemplo, pagar a los indígenas para que construyan una estructura tradicional dentro de un museo. A veces, incluso cosas tan sencillas como presentarse en una aldea y decir "hola", llevar a los estudiantes de visita o comprarles objetos se convierten en una gran declaración política. No lo es. Es la decencia básica, como pagar por los bienes y servicios o tratar a otra persona como un ser humano.
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